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Daniel Zerbst
La obra de Zerbst nos hace testigos de la exagerada oferta de medios y contenidos del mundo en que
vivimos,donde toda aspiración renacentista de conseguir una visión universal que explique el
pasado y sueñe el futuro está condenada. Ese tiempo, que es el de Zerbst y también el nuestro,
a caballo entre dos siglos, no solo recuerda, sino que es capaz de imponer la memoria e
interpretaciones de la historia y culturas del pasado con una superabundancia de medios,
imagen y palabras que acaban en un re-cuento pormenorizado de lo mundano y lo fantástico
tejido en la trama de lo cotidiano.
De esa confusión es testimonio la obra de Zerbst quien con medios como papel, dibujo a lápiz u
óleo nos muestra personajes desnudos, también ante el poder, incomunicados a pesar de sus
teléfonos, dialogando con máquinas, enfrascados en la realidad virtual, ajenos al otro,
habitantes de un mundo inquietante reminiscente a veces del de Chirico o Max Ernst.
La escenografía de sus personajes se sitúa sobre una estéril roca volcánica que nos recuerdan
a Antoni Pitxot, o en suelos de damero, donde se dirime, como en un juego, la ansiedad del
devenir. A veces, en las escenas corales confluyen tiempos históricos y situaciones dramáticas
que van componiendo un storyboard casi de cine, otro de los mundos expresivos de Daniel
Zerbst, que se desliza en su obra pictórica.
Esta muestra es una imagen turbadora de nuestro día a día, interpela con su planteamiento
sensible y valiente que reclama nuestra conciencia y respuesta.